No se si quedará alguien que me haga caso por aquí después de dos años pero para los que aún sigáis aquí... HE VUELTO!!!
Se que merezco todo tipo de castigos crueles después de dos años de ausencia pero tendréis que perdonarme. Como ya sabéis, aquel trágico año en el que os dejé estuve estudiando en Inglaterra y en el colegio tenían bloqueadas todas las páginas que podían considerarse red social de algún tipo. Después de ese trágico año volví a España y fue uno de los años más raros de mi vida. Por algún motivo dejé de leer y de escribir. No se que me pasó en ese segundo trágico año que se me fue mucho la olla.
Este año, temiendo un poco haber dejado de ser yo misma y sintiendo que había una parte de mí que estaba incompleta he decidido retomar la escritura, habiendo retomado la lectura mucho antes.
Para demostrar que realmente quiero volver os he colgado el capítulo 15, que no es gran cosa para haber estado dos años en el horno, pero ES, que ya es decir.
Así que nada mis principes@s, espero que os guste y que si alguien aún se acuerda de mí no me pegue mucho...
Besos,
Queen A.
lunes, 9 de febrero de 2015
CAPÍTULO 15
Llegamos, sorprendentemente, al parking
del colegio. Aquello me extrañó puesto que Alexander me dijo que me llevaba a
casa.
-¿Qué hacemos aquí Alexander?
-Hay algo que necesito que
conozcas-dijo con el tono serio que tanto me gustaba.- Más bien alguien.
Yo le miré extrañada, pero le
seguí sin rechistar fuera del coche. Estaba anocheciendo sobre la ciudad y las
gradas de la pista de atletismo proyectaban una curiosa sombra sobre el
parking. Había algo en esa atmósfera que no me terminaba de gustar. Atravesamos
todo el parking por completo, yo seguía a Alexander un par de pasos por detrás.
Parecía impaciente, pero no me transmitía ninguna inseguridad. Sabía lo que
hacía aunque quería hacerlo ya.
No dejaba de darle vueltas en mi
cabeza a qué podría ser aquello que atraía a Alexander Stain un sábado por la
tarde al colegio y que quería mostrarme tan apremiantemente. Todas mis dudas se
verían resueltas, pero como ya habréis deducido, soy bastante impaciente. La
situación comenzó a parecerme cada vez más extraña cuando en lugar de entrar al
edificio principal nos dirigimos al pequeño bosque, por llamarlo de alguna
manera, que era realmente unos pocos árboles muy juntos, que había a unos pocos
metros cerca de donde estaba la piscina exterior. Lo primero que pensé fue que
quería que nos enrollásemos ya que aquel parecía ser el lugar al que todas las
parejitas de mi colegio iban a darse el lotazo cuando tenían horas libres. Sin
embargo, descarté esa idea la cabeza porque, seamos sinceros, ¿creéis realmente
que Alexander se iría al bosque pudiendo pasearme por la calle? Yo no. Troté
unos cuantos metros hasta ponerme a su altura porque Alexander, en su
impaciencia, me había dejado atrás.
-Es aquí- dijo bruscamente al
llegar a un árbol muy feo mientras ralentizaba el paso.
-Aquí… ¿Qué es exactamente lo que
es aquí? Escucha Alexander, si me has traído aquí para enrollarte conmigo que
sepas que no tienes que venir al bosque y que te consideraba mucho más origi…
-Calla. Scarlet, cállate y
escucha- me cortó sin miramientos.
Y por supuesto, yo callé. No muy
convencida de lo que estaba haciendo, pero aparte de tiempo, no perdía nada,
¿no? Fue entonces cuando comencé a oír un ruido. Algo que no encajaba con la
brisa de otoño ni con el murmullo de las hojas meciéndose al viento ni con
nuestra respiración. Era algo que no era natural pero que tampoco era ningún
deporte que se estuviese jugando cerca de nosotros. No soy capaz de describirlo
porque era y a la vez no era. Aquel ruido estaba pero de repente, si te
centrabas en él, te dabas cuenta de que estabas escuchando el viento o las
hojas o tu propia respiración.
-Alexander, ¿qué narices es esto?
¿Quién es esto?- pregunté sumamente extrañada.
El
me miró, sonrió y dijo:
-Preciosa, te presento a Soare
Stain- y dio un gran salto sobre la hierba que rodeaba a ese árbol.
Al oír el nombre de una mujer con un
apellido como el suyo me entró el pánico. Pensé en su madre pero algo tan
extraño comenzó a ocurrir que no tuve tiempo de analizar mucho la situación. El
árbol feo cerca del cual Alexander estaba parado comenzó a temblar y el ruido
que habíamos estado escuchando se acentuó. No sonaba muy alto pero por lo menos
ahora se distinguía claramente. Yo no
supe cómo reaccionar pero Alexander se alejó del árbol y se puso a mi lado, por
lo que supuse que no estaba en un lugar peligroso. Tan de repente como había
comenzado, el ruido paró y el árbol desapareció. El árbol desapareció. Antes
había un árbol feo y grande y ahora solo había hierba. No hay árbol. Genial. Estoy
flipada o algo. Estaba a punto de gritarle a Alexander cuando el aire que había
justo encima de donde debía estar el árbol comenzó a temblar muy suavemente,
casi de manera imperceptible. Y fue entonces cuando vi a Soare Stain. O mejor
dicho, su holograma.
Soare Stain era definitivamente la
madre de Alexander. Mismos ojos verdes y misma sonrisa pícara. Pero sobretodo
era alguien que jamás imaginarías que dirige una organización mundial
antiquísima y secreta. Me esperaba alguien más estilo Drew, gótica y tenebrosa,
o con aspecto de militar del ejército. Sin embargo, Soare, con su pelo rubio
cardado algo anticuado, su traje de ejecutiva millonaria de color blanco marfil
y el collar de perlas al cuello parecía más bien alguien recién sacado de una
serie de los 80. La esposa perfecta, la madre perfecta. La vecina perfecta que
te lleva rosquillas a casa cada viernes a las 8 de la tarde. No sé si estoy
trasmitiendo muy bien la sensación que me causó, pero para que os hagáis una
idea, me sorprendió más el aspecto de Soare que el hecho de que un árbol
acababa de desaparecer ante mis propios ojos.
-¡Hola querida! Me llamo Soare y
estoy encantadísima de conocerte- dijo muy sonriente con un tono de voz algo
agudo para mi gusto. Soare habló con tanta naturalidad que juro que cualquiera
que nos oyese ni imaginaría que dirigía La Décima Secta y que me hablaba a
través de un holograma en un bosque. ‘Muy inteligente’-pensé. Así que era así
como se ocultaba. Nada, de ningún modo, haría a nadie sospechar de ella.
-Scarlet Waltsen, te presento a mi
querida madre Soare Stain- dijo Alexander con la misma naturalidad.
-Querida, no sabes cuánto lamento
tener que presentarme de esta manera y no poder darte dos besos. Pero en fin,
todo son medidas de seguridad- comentó Soare tan tranquilamente.
-Oh tranquila Soare, lo comprendo
perfectamente, yo también me alegro de conocerte- dije intentando sonar todo lo
normal que pude.
-Por supuesto la Secta Sytel se ha
encargado de todo este espectaculito del árbol y el holograma para que podáis
comunicaros conmigo siempre que queráis desde el colegio o si estoy fuera de la
ciudad, lo cual es muy habitual últimamente- recitó Soare.- Ah querida, me
encanta que me llames Soare y no señora Stain. ¡Cuando me llaman así, se me
baja el cardado del pelo de lo mayor que me hace sentir!
La Secta Sytel es otra de las nueve
Sectas conocidas. Para que os hagáis una idea es como la Secta Byrel pero todos
sus integrantes son hombres. Son sectas hermanadas y aunque antiguamente
formaban una sola secta se dividieron en lo que la historia sectista conoce
como La Gran División. Una guerra interna de lo que era la Secta Luca que
resultó en su división por seguridad y por cuestiones ideológicas. Miles de años
después y con todo eso olvidado, las dos sectas se llevan a las mil maravillas
y se dedican a lo mismo con un pequeño matiz. La Secta Syrel no tiene acceso a
la variedad de hechizos de los que disponen las Byrel. Sin embargo, tienen una
gran relación con la naturaleza, por lo que el hechizo del árbol y el holograma
espiraba magia Syrel
-Siento haberte molestado mamá, pero
necesitaba que Scarlet te viese y tuviese una imagen de ti para que
comprendiese que todo es real, que la lucha es real, que el levantamiento es
real, que la guerra es real- culminó Alexander con un brillo fiero en los ojos
que aún no había visto.
-Oh por supuesto cario, tú nunca
molestas- y se puso seria.- Scarlet, escúchame. Quiero que sepas que ambos
confiamos en ti. Te explicaremos todo más adelante cuando hayamos hecho las
alianzas necesarias. El mundo te necesita- de repente, cambió la expresión otra
vez.- ¡Me gustaría tanto que vinieseis a cenar un día a casa! Lástima que no te
puedan relacionar conmigo directamente. En fin, todo son medidas de seguridad-
y se despidió alegremente.
Esta vez, cuando el holograma
desapareció, el aire no tembló ni hubo un ruido extraño. El árbol simplemente
estaba allí de repente. No sé si Alexander lo habría visto aparecer pero yo
desde luego no.
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