sábado, 11 de agosto de 2012

ConConConcurso!

Hola a todo el mundo! No quiero ser pesada pero me gustaría recordaros el concurso que propuse hace unos días. Por favor, animaros a participar, que muchas de las que me leéis escribís muy bien y tenéis mucha imaginación. Para el que no se haya enterado todavía, repito.
El concurso es muy sencillo, consiste en inventar una secta. Dejaros llevar por la imaginación. Podéis inventar cualquier tipo de criatura para que la componga, crear un dios o lo que se os ocurra! Lo único que pido, nada de vampiros, hombres lobos, fantasmas y demás. Sed originales! Estaría muy bien que me escribiérais todos los datos sobre la secta que inventéis, como hizo Beid! Solamente escribidmelo en un comentario, en la entrada que queráis, y yo os contestaré con mi opinión. La idea que más me guste será la ganadora y tendrá el honor de crear un personaje para la historia. Ese personaje tendrá que pertenecer a la secta que haya creado, pero todo lo demás estará en sus manos! Por tanto, una pequeña parte de el ganador formará parte de esta historia. No voy a prometer un regalo superhipermegaultragenial para el ganador, pero seguro que se me ocurrirá alguna sorpresilla.
Dicho esto, he terminado. Disfrutad con el capítulo 11 y empezad a pensar en sectas.
Un beso a mis princesitas,
Queen A.

PD: No te impacientes, Nina, te llegará la parodia de la araña en cuanto vuelva de vacaciones!

Capítulo 11


Con tres imponentes mujeres sentadas en ellos. Los tres tronos eran completamente idénticos, con la excepción de que el trono central estaba en una posición más elevada que los otros dos. La verdad es que aquel panorama era precioso. La fuente, los espejos, los tronos y la tarima de cristal sobre la que se situaban los tronos eran algo de cuento. Pero para cuento, el que me iba a tener que inventar yo en breve.
-Bienvenidas a nuestro hogar-dijo con voz solemne la mujer que estaba sentada en el trono central. Las tres eran muy hermosas, pero ella transmitía algo más… Su pelo era pelirrojo y rizado. Tenía los ojos grises, los cuales brillaban del mismo modo que la piel del dragón gris. Llevaba puesto un vestido plateado de seda, atado al cuello y con la espalda desnuda. El vestido no era precisamente opaco y cuando le reflejaba la luz se adivinaba su cuerpo debajo de la tela.
-Recibimos vuestro mensaje y nos hemos presentado en cuanto nos ha sido posible- comentó Drew haciendo una pequeña reverencia.
-Agradecemos vuestra presencia Drew, Nina y Scarlet.-Que no me llamara Escarlata me dio muy mala espina. Eso lo había dicho la mujer situada a la derecha de la pelirroja. Aún no sabía sus nombres, pero tampoco los iba a preguntar. La mujer que acababa de hablar tenía el pelo tan rubio que parecía blanco. Rubio platino me dijo Abi una vez. Le caía detrás de la espalda como un río de hilos dorados y plateados. Sus ojos me fascinaron. Tan azules y sabios que de solo mirarlos te sentías muy inferior. No sé cómo, pero parecía que iba vestida a la vez que parecía que no lo iba.
-Sentaos- dijo la tercera mujer. Nada más decirlo, aparecieron unos sillones con cómodo aspecto detrás de nosotras. Nos sentamos y los sillones se elevaron hasta colocarse ligeramente por debajo de sus tronos.
            Esta tercera soberana era la que más miedo me daba. Tenía el pelo tan negro como lo era el dragón. Llevaba el flequillo recto Y exactamente los mismos ojos rojos que él. Ella llevaba un auténtico atuendo de diosa vengativa. Iba vestida de los pies a la cabeza con tiras de cuero colocadas estratégicamente por todo su cuerpo. En el brazo  izquierdo llevaba puesto un brazalete que se enrollaba en él y que lo ocupa por completo. Con la forma de un dragón.
            Ahora sí que he comprendido cómo funcionan las cosas aquí.
-Así que tú eres la famosa diosa Escarlata. Creo que ya te conocíamos. Me parece que disfrutamos de tú compañía unos cuantos milenios atrás- comenzó la pelirroja.
-En efecto, solicité audiencia con vosotras debido a una guerra con dioses menores- contesté. Me arriesgué a decir aquello, ya que según la historia que había leído, aquel fue el incidente que me llevó a conocerlas.
-Oh, vaya modales, ni me he presentado. Yo soy Beid, soberana de la Tierra. Y como podréis comprobar, ahora mismo es mi voluntad la que se cumple en el universo.
            Claro que podíamos comprobarlo.
-Mi nombre es Iluna y soy la soberana del Infierno. Se acercan tiempos en los que yo decidiré sobre vuestros destinos- dijo la mujer morena. Sí, la que daba miedo y me dio más.
-No le hagáis caso. Sus ganas de mandar son mayores que su maldad- comentó la rubia en tono amable. Sonreía.-Yo soy Hegala, y soy muy amiga del Cielo, encantada de conoceros- siguió manteniendo la sonrisa.
Está bien, os explicaré el funcionamiento de esto. Las Tres Soberanas reinan sobre todo y todos, pero sus reinados se dividen en periodos. Beid es la reina de la Tierra, y por tanto cuando ella reina, el universo permanece entre el bien y el mal. Las otras dos reinas se dedican a aconsejarla y a mantener el orden del universo.  Si Iluna reinara, no serían buenas noticias. El mal camparía a sus anchas por el universo y en la Tierra no habría más que catástrofes. Ahora bien, cuando Hegala se sienta en el trono elevado, la paz y la armonía se volverían algo normal para el mundo. Todo sería bueno y maravilloso, exceptuando las veces en las que algo le hiciera enfadar. La bondad bajaría de 100 a 95.
Todo este rollo de las ciudades, el que acababa de comprender, es fácil. Ahora están desiertas, pero cuando llegue el final de los tiempos, más conocido como apocalipsis, se llenarán. Los humanos más buenos llenarán la ciudad blanca, las peores personas tendrás que vivir en los túneles y aquellos que lleven una vida ni buena ni mala convivirán en la ciudad gris (como me he decidido a llamarla) en perfecta compañía. En resumen, que el cielo, la tierra y el infierno se transformarán en una ciudad. Todo esto es lo que llegué a averiguar. No creo que me equivocase. Si os preguntáis que ocurrirá con los ángeles y los demonios, no tengo ni idea. Lo más probable es que vivan en las ciudades, junto a los humanos. Pero igual algunos viven en el palacio. O igual me equivoqué.
-Es el momento de conozcáis el motivo de vuestra visita. Os hemos hecho venir para haceros conocedoras de la visión que tuve hace poco. Una visión que a mí y a Hegala nos preocupa, pero a Iluna no tanto. A la Secta Sangrienta le gustará bastante. O puede que no después de que os desvelemos algo. Primero, la profecía- habló Beid.

Cuando la diosa renazca por fin,
tiempos oscuros han de venir.
Cuando reine la oscuridad,
todos sabrán la verdad.

-Esa es la profecía de mi hermana- dijo Hagala.
-Una profecía que confirma mis sospechas. Tiempos oscuros se acercan, tiempos en los que yo reinaré y espero sean largos- se regodeó Iluna.
-Bueno, a mí me satisface oír esta noticia. Es una gran satisfacción que se vaya a oscurecer el mundo siendo yo soberana. Y debido a los principios de mi Secta, eso nos hará aún más poderosos. La diosa ha vuelto y sembrará el caos- dijo Drew completamente satisfecha. Nina tampoco estaba precisamente triste.
-Desde luego, haré lo que no he podido hacer durante tanto tiempo, pero aclaradme algo. ¿A qué se refiere la profecía con eso de la verdad?- comenté extrañada. Inmediatamente después de hablar me di cuenta de que verdad era.
            Ciertamente, había dos verdades que el mundo ignoraba. La primera, que yo no era la diosa Escarlata, o por lo menos, no me sentía así. La segunda era la existencia de la Décima Secta, si realmente existía. Porque no me fiaba totalmente de Alexander.
-Ese era el segundo punto a tratar. ¿Sabes una cosa Escarlata? A mis hermanas no les gustan los mentirosos. Puede que a Beid le resulten comprensibles, depende de la mentira pero a mí algunos me parecen hábiles y para nada despreciables. Pueden llegar a gustarme. Pero que tengan cuidado con mentirme a mí- escupió Iluna.
            Mierda. Lo sabían. Me habían pillado. Estaba muerta. Ojalá pudiera hablar con Alexander.
-Ignórala, no sabe ni lo que dice- comentó Beid.
-Antes de proseguir con esta reunión, no nos gustaría parecer unas anfitrionas desagradables. Escuchemos algo de música y bebamos una copa de Kuláj- le interrumpió Hegala. Menos mal, eso me daba más tiempo para pensar.
-Disculpadme, ¿qué es el Kuláj?-intervino Nina.
-Niña ignorante…-murmuró la mujer oscura.
-¡Oh, el Kuláj es una bebida deliciosa! La preparan los ángeles y lleva ambrosía, agua de miel y vino dulce. ¡Tiene burbujitas y un sabor absolutamente maravilloso!- contestó Hegala con brillo en los ojos. Se ve que le gustaba el Kuláj.
Beid chasqueó los dedos cuando Hegala terminó de hablar y los espejos de nuestra izquierda desaparecieron, dejando lugar a una larga fila de diferentes seres, que por lo visto servían en el palacio, con instrumentos que jamás había visto en las manos. Uno me llamo la atención en especial. Su forma era parecida a la de un violín, pero en lugar de tener las cuerdas tensas, se alejaban del violín formando espirales. El hombre que sostenía aquel instrumento, comenzó a soplar en las cuerdas y emitió un sonido magnífico.
En cuanto la música comenzó, Hegala sopló sobre su mano y después dio una palmada y los espejos del otro lado de la sala se abrieron dejando paso a un hombre moreno, a otro rubio y a una mujer de cabellos dorados. Llevaban una botella y seis copas que brillaban como diamantes.
Mientras nos servían el Kuláj, me volví a fijar en el hombre del violín raro. Tocaba su instrumento muy concentrado. No era muy mayor pero llevaba una barba no muy larga que le echaba unos años más. Su rostro me sonaba de algo, pero no sabía de que…
Cogí mi copa y probé la bebida. Era deliciosa, lo mejor que había probado en mi vida. Sabía tan bien, que hasta te llenaba de felicidad.
-¡Esto está realmente bueno!- le dije a Hegala.
-¿Verdad que sí?- me contestó muy satisfecha.
            Todas asentimos y dimos otro sorbo. Observé al hombre del violín de nuevo. Me resultaba tan familiar… De repente, me miró con sus ojos marrones y justo en ese momento paró la música. Yo aplaudí, el retiró el instrumento de sus labios y me sonrío. Le reconocí, y casi me atraganto al hacerlo. Un único pensamiento cruzó mi mente.
            Ojalá Nina no le reconozca. 

domingo, 5 de agosto de 2012

Capítulo 10


Nina Von Tyre, la persona que me había exigido que me arrodillara ante ella, tenía que arrodillarse ahora ante mi. Jamás nadie sabrá la satisfacción que me produjo aquello. Habría muerto por saber que pensó ella en cuanto alzó la mirada y me vio. Algo tipo: Mierda-mierda-mierda-soy estúpida-que guapa es la diosa. Puede que lo último no, pero era cierto.
            Obviamente, yo también me sorprendí mucho. Pero la satisfacción posterior a mi sorpresa tardó en llegar menos que el miedo y el odio a la suya. Si lo pensabas, era demasiado bueno para ser cierto.
-Muestra algo de respeto, Nina- dijo Drew con la mirada cargada de autoridad. Por supuesto, nos sacó de nuestro duelo de miradas. Y había ganado yo.
            Ella fue doblando las rodillas a la vez que bajaba la miraba. Sus ojos desprendían odio, y eso me encantaba.
-Mi diosa- dijo más tranquila de lo que yo esperaba.
-En fin, no perdamos más tiempo. Las reinas no deben esperarnos más aún- se apresuró a decir Drew.
            Espera un momento… ¿de qué reinas habla? Espero que no sean las Tres Soberanas. Sí, con mayúsculas. Por supuesto que eran ellas, ¿por qué si no Drew había exigido mi presencia inmediata? Las Tres Soberanas eran la mayor autoridad de este mundo, por encima del señor de arriba y del de abajo. Yo me puedo dar muchos aires, pero dioses y diosas hay a patadas. Ellas eran, son y serán más que nadie en el universo.
-¿Las Tres Soberanas? ¿Te refieres a las tres reinas?- pregunté conociendo ya la respuesta.
-Por supuesto mi diosa. Ellas han solicitado reunirse contigo- me respondió.
            Ya está. Hasta aquí ha llegado mi vida. Las Tres Soberanas, además de desvelar que soy una farsante, exigiran mi muerte y la Secta Sangrienta no dudará en cumplir su voluntad. Tenía que pensar en un plan de huida de inmediato. Si al menos pudiese contactar con Alexander… Mientras tanto debía seguir actuando.
-Oh, por supuesto. No les hagamos esperar-dije con calma absolutamente fingida.
            Drew dirigió sus pasos hacia la escalinata y comenzó a subir los escalones. Yo la seguí y detrás de mí vino Nina. Imagino lo que me debe de odiar. Hasta que yo aparecí, ella iba a ser la siguiente soberana, como buena hija de su madre que era. Pero claro, si de repente aparece en escena la diosa a la que ella alaba, inmortal y sin ningún otro compromiso, dispuesta a acceder al poder y ser la siguiente superiora, lo menos que puede hacer es odiarme. Sabía que había un gran número de conspiraciones para matarme y no me cabía ninguna duda de que unas cuantas habían salido de la cabeza de Nina.
            Absorta en mis pensamientos, no reparé en que caminábamos por un largo pasillo cuyas paredes, rojas obviamente, estaban decoradas con un gran número de retratos, todos de las superioras de la secta. Observé sus rostros. Algunos transmitían más crueldad que otros pero todos, absolutamente todos, eran fríos y calculadores. Sin tener en cuenta aquellas sensaciones que emitían, las mujeres que estaban retratadas contaban con una gran belleza. Todas tenían los ojos grandes y expresivos, los pómulos marcados, la barbilla elevada con autoridad y los labios rojos y seductores y el cabello oscuro y sedoso. Exactamente los mismos rasgos que compartían Drew y Nina, por lo que llegué a la conclusión de que eran de una familia que se remontaba largos siglos atrás.
            De repente, Drew frenó sus pasos frente a una gran puerta dorada al final del pasillo. Ocupaba toda la pared y estaba cubierta completamente de oro. Había numerosos dibujos tallados en ella, desde ángeles y demonios, hasta flores e incluso un león. Pero el más grande y bonito era el de tres mujeres sentadas en sus respectivos tronos, sin rostro, pero hermosas.
            Me sobresalté cuando la puerta comenzó a temblar y a brillar. Drew murmuraba un cántico en un idioma que no conocía. De pronto el movimiento y el ruido cesaron y Drew empujó la puerta, que parecía pesada, como una más. Y esta se abrió como tal.
            La luz detrás de la puerta quiso deslumbrarme, pero mi nerviosimo y mis ganas de ver lo que había detrás lo impidieron. Enseguida vislumbré las siluetas de unos edificios blancos, altísimos y muy hermosos. Drew, sin inmutarse reemprendió la marcha por la ciudad. En cuanto pasó Nina, la puerta se cerró. Ninguno de los guardias que nos acompañaban estaban autorizados a pasar. Caminamos a través de las calles y conforme avanzábamos me di cuenta de que los hermosos edificios que se alzaban hasta el cielo que componían esa ciudad de ensueño estaban desiertos. Ni un alma caminaba por esas calles.
Cuando llevábamos un rato caminando, la ciudad cambió radicalmente. De las obras de arte que eran los anteriores edificios no quedó ni rastro y de repente nos encontramos rodeadas de casas pequeñas y oscuras, la mayoría en ruinas. Pero más que casas, había una especie de agujeros con escaleras mecánicas que, me parecieron lo más extraño del mundo. Quizá bajaran a unos túneles. Aunque he leído mucho sobre las tres reinas, nunca había encontrado una descripción de la ciudad, y me la imaginaba de cualquier manera menos así de extraña.
Los agujeros y las casas empezaban a desaparecer cuando Drew paró en seco. Silbó ,y de repente, tres hermosos dragones aterrizaron ante nosotras. Uno era blanco como la nieve y tan hermoso como los edificios del principio de la ciudad. El segundo que aterrizó era tan negro como el carbón e igual de hermoso que la noche. Tenía los ojos rojos y por todo el cuerpo tenía dibujado una serie de líneas que parecía…¿una telaraña? Enseguida supe lo que era. Un mapa de los túneles. Empecé a comprender aquella ciudad. El tercer dragón era gris, un gris que según el momento se volvía perla o humo. Entonces sí que supe realmente como funcionaba aquello. Pero había algo que me faltaba…
Yo monté en el dragón gris, Nina en el blanco y Drew en el negro. Volar fue una experiencia increíble, pero como se suponía que no era la primera vez que vlvaba en dragón, tuve que guardarme el entusiasmo para otros momentos. Además, en teoría, estaba volando hacia mi muerte. El vuelo se me hizo cortísimo, a pesar de que debimos volar alrededor de una hora. Supe que estábamos llegando a nuestro destino cuando vi a lo lejos lo que parecía ser una mezcla de las dos caras de la ciudad que había visto anteriormente. En aquella parte, rascacielos blancos y luminosos convivían sin desentonar, para mi perplejidad, con enormes agujeros en el suelo y casas ocuras y en ruinas. Todo parecía estar en perfecta armonía.
Los dragones no llegaron a entrar en la ciudad, nos dejaron en los límites de aquella parte. Bajamos, y sin decir una palabra, como habíamos hecho durante todo el viaje, seguimos andando.
Esta vez, cuando Drew paró, nos encontramos ante un palacio dorado en cuya fachada estaban tallados los mismos dibujos que en la puerta. El palacio estaba construido sobre el río que atravesaba la ciudad, los dos torreones principales, se erguían uno en cada orilla. Imponentes y hermosos, pero sobretodo, dorados. Los dos torreones estaban unidos por un puente, sobre el cual estaba edificado el resto del palacio. Lo que más me impactó, fue la torre de cristal que comenzaba en la mitad de el puente y que se elevaba por encima de las nubes y de la cual no pude ver el final de lo alta que era. Al ver que no se veía el interior de la torre y que se reflejaban los alrededores reparé en que la torre no era de cristal, si no de espejos.
A primera vista, me pareció que el palacio no tenía ningún tipo de entrada, pero no me sorprendí al ver a la superiora caminar hacia el puente. Dí por supuesto que murmuraría otro hechizo o un fénix nos elevaría a la entrada que se encontraría en lo alto de la torre de los espejos. Pero no, no pasó nada de eso. En lugar de lo que yo había imaginado, Drew comenzó a sumergirse en el agua. No salía, así que yo también me sumergí, después de mirar a Nina extrañada y de que ella me devolviera una mirada matadora, como si me considerase estúpida.
El agua estaba helada, pero aquello no frenó mi inmersión. De hecho, aunque notaba el frío, no notaba el agua mojando mi ropa. Noté el movimiento del agua cuando Nina se sumergió y tan rápido como había entrado me encontré fuera de ella. Lo supe porque dejé de notar frío y humedad. Mi ropa se encontraba igual de seca que antes de sumergirme. Abrí los ojos y me sorprendí al verme reflejada en un espejo. Supe entonces que había llegado a la torre de los espejos.
Me giré lentamente y contemplé la majestuosidad con la que estaba decorada. Era una sala enorme, con una gran fuente en el medio. La fuente era igual de dorada que el palacio. Estaba compuesta de tres pisos, ordenados de mayor a menor comenzando desde el suelo. Aquella fuente era muy hermosa pero no me dio tiempo a admirar su belleza como hubiera querido, porque otra cosa llamó mi atención.
            Tres tronos de oro.

jueves, 2 de agosto de 2012

Mea culpa!

Oh mis querid@s lector@s! Cuanto tiempo sin dirigiros la palabra! Debéis saber que esta entrada es una disculpa informativa un tanto Abigailzada. Comencemos.
Lo primero, volví de campamento hace muuuuchos días pero enseguida me volví a ir de vacaciones y he estado a caballo entre mi ciudad y las fantásticas vacaciones. Por tanto, espero que comprendáis que me ha sido imposible escribir y me he dedicado a la vida de relax de un escritor retirado.
Para seguir, me gustaría comunicaros que el año que viene me voy a Inglaterra a estudiar y por tanto mi blog va a sufrir sequía de capítulos. O quizá no... He estado pensando y he llegado a la conclusión de que lo mejor es que me ponga a escribir a tope, escriba el mayor número de capítulos posibles y una vez escritos, irlos publicando. Pero no prometo nada. Os he contado mi intención (INTENCIÓN) y espero que no me reprochéis nada.
Tercero, también tengo otra posibilidad, que es la de cerrar el blog, terminar todos los capítulos y aventurarme en busca de una editorial que me lo publique. Esta idea no me convence demasiado pero mi madre esta empeñada en que es la mejor. De momento no me interesa publicarlo, ya que tengo un par de ideas para escribir mejores que esta pero, nunca se sabe!
Y para terminar, voy a hacer un concurso. Más que nada para que tengáis algo de la décima secta en vuestros pensamientos mientras yo no esté. El concurso es bien fácil. Tenéis que inventaros una secta. Lo que sea menos vampiros, hombres lobo, ángeles, demonios y todo eso... No quiero caer en ese patrón. Podéis inventaros cualquier tipo de secta y de seres que la compongan. La idea que más me guste se hará realidad. Y la inventora de esa secta tendrá el honor de crear un personaje para mi libro. Tendrá que pertenecer a la secta que ella ha creado, por tanto una pequeña parte de su imaginación quedará reflejada en mi historia. Escribidme vuestras ideas en los comentarios, yo las iré leyendo y seleccionando. No voy a poner una fecha de entrega límite, pero las que tengan intención de participar, intentad hacerlo antes de Septiembre. Además de todo esto, estará el típico premio de la entrada si tenéis blog y alguna otra cosa si no lo tenéis, dadme tiempo para pensar, ya os he dicho que estoy en modo escritor retirado.
Dicho esto, espero que vuestra imaginación fluya, vuestros dedos escriban y las sectas estén siempre presentes en vuestras mentes.
Un beso a tod@s mis princesitas (y principito si hay alguno).
Queen A.