Salimos de la misma manera por la
que habíamos entrado, esta vez con una compañía bastante más agradable y
distinta. Alexander me mandaba callar cada vez que intentaba decirle algo durante
el viaje, supongo que sería porque nos podrían oír mientras estuviéramos en
aquella tierra vacía. Cuando finalmente llegamos a su coche, su reluciente y
negro coche, me miró y me hizo un gesto animándome a hablar.
-¿De verdad me ha citado la
Décima Secta o era un truco para sacarme de allí?
-Te han citado realmente, jamás
me arriesgaría a intentar engañar a las tres soberanas con una nota falsa, pero
la cita no es para hoy, es dentro de dos días, así que en parte ha sido un
truco para sacarte de ahí- dijo mientras se arrancaba aquella espesa barba.
Claro, era falsa.
-Pues gracias, me estaba
empezando a agobiar- comenté aliviada.
-Por cierto, ¿aún quieres ir a
ver a los protectores? Me llamaron y me cambiaron la reunión para esta tarde
así que los podemos ver tranquilamente en una media hora.
-¿Esta tarde? ¿Qué hora es?
¿Cuánto tiempo llevo reunida con las reinas?- pregunté extrañada.
-Son las 6 de la tarde Scarlet,
el tiempo para ellas pasa mucho más despacio- dijo Alexander.
-¿Me lo dices en serio? Pues que
guay…- dije alucinada.
-Será mejor que nos pongamos en camino.
No me hace mucha gracia estar parado delante de la sede de la Secta Sangrienta.
Te he traído ropa para que te cambies porque he supuesto que no querías ir a
ver a los protectores con ese look de diosa vengativa, ¿no?- dijo Alexander
mientras sonreía.
-Gracias. ¿Dónde me cambio?-
pregunté.
-Preciosa, o te cambias en el
asiento delantero o en el trasero, te voy a mirar igual pero hay más espacio
ahí atrás- se rió mientras me miraba.
-¡Qué no me llames preciosa!- le
grité mientras saltaba al asiento trasero y él reía de nuevo.
Abrí la mochila que me había traído
Alexander. Dentro había unos vaqueros oscuros de cintura alta y mi camiseta
negra de Queen, la que me encantaba porque los tirantes se abrían hasta la
cintura. También había unas manoletinas negras. Por esta elección de vestuario
asumí que a Alexander le gustaba la ropa oscura. Me giré para que cuando me
estuviera cambiando solo me viera la espalda. Me quité todo lo que llevaba, me
puse la camiseta por dentro de los vaqueros y me calcé las manoletinas. Por
último, me quité la diadema de rubís que llevaba y guardé todo dentro de la
mochila, que esta vez estaba a punto de explotar. Cuando estuve lista, salté al
asiento delantero.
-Pensaba que no te ibas a dar la
vuelta. Te tenía por una de esas chicas a las que les gusta que les miren- me
dijo con un intento de voz seductora.
-Concéntrate en la carretera-
contesté mientras me reía.
-Venga vale. Para que lo sepas,
te llevo a uno de los lugares más bonitos de esta ciudad, casi hemos llegado.
-Alexander, se trata de la
seguridad de mi hermana, me da igual si vamos al vertedero, ¿sabes?- dije un
poco irritada.
-¿Por qué siempre llamas a la
gente por su nombre completo? La única persona a la que le acortas el nombre es
a Abigail- me preguntó de repente.
Aquella era una pregunta que me
sorprendió bastante, aunque me di cuenta que tenía razón. Llamaba a la gente
por sus nombres completos, jamás por su apellido o por un apodo. Abi era la
única a la que de vez en cuando acortaba el nombre.
-No lo sé pero seguramente será
porque la gente en la que confío totalmente escasea y para mí los apodos son
una cuestión de confianza- digo bastante convencida de lo que estoy diciendo.
-Me parece justo- dice encogiendo
los hombros.- Hey, ya hemos llegado.
Y para mi sorpresa, estamos
frente a Paolo´s.
-Bromeas, ¿no? ¡Este sitio es
como mi segunda casa!- dije etusiasmada.
-¿De verdad? Pues vamos dentro
que los protectores nos están esperando.
Entramos en el restaurante y una
decena de empleados me saluda en italiano. Me doy cuenta de quienes son los
protectores enseguida. Están sentados en una esquina así que vamos hacia ellos
y nos presentamos. La mujer, de unos 23 años es de mi altura, tiene el pelo
rojo frambuesa (o quizá cereza) y tiene una sonrisa deslumbrante. Es de esas personas
a las que quieres sonreír y ser su amigo. El hombre también parece muy amable.
Tendrá alrededor de unos 45 años. Es alto, moreno y con un rostro imperturbablemente
sereno.
-¡Buenas tardes Scarlet!-dice la
mujer mientras me da un abrazo relativamente fuerte para su constitución. –Estaba
deseando conocerte. Mi nombre es Cherry y soy el agente número 021 de la Secta
Protectora. Mi compañero se llama Vincent y es el agente 005, miembro del
consejo. La secta ha enviado a dos de los agentes superiores dada la gravedad
de la situación.
-Muchísimas gracias a los dos, no
sabéis lo importante que es esto para mí- contesté.
-Hemos atrasado la cita hasta
ahora porque estábamos asegurándonos de que tu padre no pudiera volver a la
ciudad este fin de semana para darnos algo más de tiempo para preparar la
situación. Debes saber que los Huntex no saben aún que tu hermana es una Galy y
por lo tanto no le han asignado un cazador, de momento está a salvo- dijo
Vincent.
-Pero también queremos que sepas
que tienen radares por todas partes espías donde menos te los esperas así que
la situación no es ninguna tontería- continúa Cherry.
-Entonces, ¿Qué podemos hacer
para protegerla?- pregunta Alexander.
-Bueno, la secta ha asignado a
Cherry como su protectora así que ella va a estar las 24 horas protegiendo a tú
hermana en cuanto finalice la reunión. Tendrá la ayuda de otros dos protectores
ya que necesita dormir y comer pero quitando el tiempo para descansar y
alimentarse, Cherry protegerá a tu hermana cada segundo.
-¡Y lo haré encantadísima!- dijo
Cherry entusiasmada. Juraría que su pelo se había emocionado también y que
ahora estaba más rojo.
-¡Jamás podré pagaros todo lo que
estás haciendo!- respondí eternamente agradecida.
-Agradéceselo a Alex, es él el
que tiene contactos- se rió Cherry.
-Además, si que puedes pagarnos.
Destruye la Secta Sangrienta, Scarlet. Nuestro trabajo habrá merecido la pena
si ellos pierden el poder. Ésa es la manera de pagarnos- dijo Vincent, y me di
cuenta de la razón que tenía.
-Lo haré, créeme. No sé cómo ni cuándo,
pero lo haré.
-Muchísimas gracias, de verdad.
Os agradecemos todo lo que estáis haciendo y váis a hacer. Damos la reunión por
concluida porque Scarlet y yo tenemos que irnos- dice Aleander.
-Gracias a vosotros, que duréis
mucho porque hacéis una buenísima pareja- responde Cherry con una sonrisa
angelical en la cara.
-Ah no, nososotros no…-empiezo a
decir yo.
-¡Un placer!- me corta Alexander.
–¡Hasta otra!
Y me arrastra fuera de Paolo´s
dejándome con las ganas de despedirme y de tomarme un batido.