La Décima Secta. Había oído
rumores sobre ella pero más que rumores eran pequeñas bromas entre las sectas
que nadie se había llegado a plantear
seriamente. La Décima Secta. El impacto fue tal que apenas llegué a articular
palabra. La Décima Secta. No era posible, no era real que Alexander perteneciera
a ella. A la Décima Secta. Ya era raro encontrarse con alguien que no
pertenecía a una pero por un momento pensé que él podría ser mi excepción. La
excepción a mi horrible destino. La Décima Secta.
-¿Scarlet?-
dijo su ronca voz. De pronto habíamos enmudecido los dos, hasta que él se
atrevió a hablar.
-Estoy
bien, estoy bien…-susurré esperando que me oyera.
-Lo
siento, no debería habértelo soltado tan de repente. Me pareció que al estar
destinada a ser la siguiente superiora de la Secta Sangrienta sabrías
algo.-comentó como si quisiera excusarse. Como si yo hubiera hecho un bizcocho
y él se lo hubiera comido antes de yo terminarlo. Me enfadé muchísimo.
-¡Yo
no estoy destinada a nada! ¡No tienes derecho a hablar sobre mi destino!-
exploté.
-Lo
sé, lo sé. Lo siento. También quería hablar de eso contigo.
-¡No
hay nada que hablar!- grité. No me gustaba ni que Abigail, que pertenecía a
otra secta, la secta Byrel, mencionara mi futuro. El futuro que yo estaba
dispuesta a esquivar a toda costa.-Vamos a lo importante, ¿la Décima Secta?
Tengo entendido que solo hay nueve. ¿La Décima Secta?
-Eh…
Sí, bueno… -igual que yo, no estaba cómodo con aquel tema. Pero alguien o algo
le obligaba a seguir con ello. Y yo me decantaba por alguien.
-Sigue.-me
había recuperado un poco del golpe y volví a alzar mi muro.
-Siempre
ha habido una décima secta. Somos como el gobierno de las demás, y estamos
ocultos a ellas del mismo modo que ellas están ocultas a los Ignorantes.-Así es
como llamaban las sectas y sus integrantes a los humanos que no conocían su
existencia.-Mi madre es la superiora de esta secta y solo yo, y ahora tú, lo
sabemos.
-¿Por
qué se oculta?-pregunté extrañada. Normalmente, ser superior de una secta era
como ser el rey de un país. Un gran honor. Salvo para mí, que estaba destinado
a convertirse en un infierno.
-Bueno,
ella es una integrante más del Alto Consejo pero nadie sabe que en realidad es
la superiora. Se oculta por los ataques de los demás miembros del Consejo para
conseguir el puesto. Si no saben a quién atacar
no atacan, tan simple como eso.-concluyó con una sonrisa.
-¿Y
dónde entro yo en todo esto? Y sobre todo, ¿por qué me revelas el secreto de tu
madre?
-Bueno,
quiero que confíes en mí, al principio no era parte del plan. La cuestión es
que el Consejo se ha enterado de que la Secta Sangrienta está convencida de que
tú eres la reencarnación de su diosa y que está dispuesta a todo para
conseguirte. Pero la Décima Secta no está tan convencida. Y por eso me han
enviado, para ayudarte y protegerte.
-Pues
no sé si os habíais enterado, pero tengo una guardia de los sangrientos
siguiéndome las veinticuatro horas por mi protección.-le comenté con cierta
chulería.
-Estupideces,
solo está ahí para evitar que intentes fugarte y perderte de vista, pero si
alguien te diera una paliza no creo que moviera un dedo hasta que estés a punto
de palmarla.
-Ah,
que agradable oír eso. Yo pensaba que lo único bueno de todo esto era la
protección. Veo que me equivocaba, no hay nada bueno en todo esto.-dije más
afligida de lo que me habría gustado.
Habíamos terminado de comer y yo ni
reparé en ello. Hasta me lo tuvo que decir él. Pedí otra Coca-Cola y le dije a
la muñequita que se olvidara del pastel de chocolate pero me dijo que ya estaba
listo y a punto de traerlo así que Alexander se lo comió. Pagó con extrema
rapidez y me fijé en la cantidad de tarjetas de crédito que tenía. También
había muchos billetes en su cartera, y la foto de una niña pequeña pelirroja.
Andamos hasta su reluciente, espectacular y
negro coche y, como antes, me abrió la puerta. Esta vez no hizo ningún comentario
sarcástico y lo eché en falta. Había aprendido a desenvolverme mejor con la
gente sarcástica que con la amable.
Llevábamos medio camino hecho y
ninguno había pronunciado palabra en todo el trayecto. Me fijé en que se
desviaba, pero en aquel momento no me importó. Que hiciera lo que quisiera, yo
me entregaba a él. Como si me quería llevar a la sede de la Décima Secta para
diseccionarme y averiguar si yo era realmente quien pretendían que fuera.
Paró a un lado de la carretera pero
no le di importancia. Hasta que habló.
-No
soporto esto ni un minuto más. Di algo. Algo. No puedes quedarte callada y
seguir haciendo como si nada hubiera ocurrido. Acabas de descubrir uno de los
secretos más antiguos de la humanidad y ni siquiera te inmutas. Habla, por favor.-terminó
aquella intervención más que como tal, como un ruego.
Tenía el pelo alborotado y el sol le
reflejaba en las pestañas. Estas iluminaban sus enormes ojos y en aquel momento
me rendí. Mandé todo a la mierda. Mandé a la mierda las sectas, a la diosa y
todo aquello que tuviera relación con ellas. A todo menos a Alexander.
Así que en un acto de locura y de
puro impulso me fui acercando y le besé. Le besé, no me besó el. No, le besé.
Me habían besado muchas veces pero yo nunca había besado. Y descubrí lo
maravilloso que puede ser que te devuelvan un beso.
Me sorprendió la rapidez con la que
sus manos buscaron mi cintura y también me sorprendió que yo no hiciera nada
por evitarlo. Realmente, este beso era el mejor de mi vida. Yo amoldé mis manos
a su pelo con una facilidad asombrosa y me di cuenta del escalofrío de placer
que le recorrió cuando empecé a acariciar la parte posterior de su cuello. Me
lo devolvió metiendo las manos bajo mi blusa y recorriéndome la espalda con sus
largos dedos.
Habríamos seguido, y solo la diosa
sabe que habría ocurrido, si yo no hubiera recuperado el sentido común y parado
aquella muestra de afecto.
-No,
no pares.-murmuró él en mi oreja, produciendo una gran satisfacción a todos y
cada uno de los nervios de mi cuerpo.
-Vamos
a parar Alexander.-le dije. Y, creedme, me costó horrores.
Se fue separando lentamente de mí y
cuando ya nos habíamos vuelto a sentar correctamente le miré de reojo. ¡No era
posible! Estaba aún más guapo que cuando le había besado. Me entraron ganas, y
no sabéis lo que me costó frenarlas, de besarle de nuevo. Pero si algo bueno me
caracteriza es mi mente fría y mi rostro impasible .Así que cuando nos pusimos
en ruta de nuevo yo llevaba otra vez la máscara de chica dura.
-Ha
sido increíble Scarlet.-me dijo emocionado.
-Lo
sé Alexander, lo sé.
-Cuando
te dije que me dijeras algo no me refería a esto pero que sepas que no me ha
disgustado nada.- Seguía emocionado.
-A
ver Alexander, que quede clara una cosa. En unos meses tengo un ritual de la
Secta Sangrienta. La diosa de su secta es incapaz de amar, solo quiere lujuria
y sexo. Por tanto, no vamos a empezar a salir.
-¿Qué
tiene eso que ver con que no podamos salir?- preguntó confuso.
-Pues
eso, que yo no soy la diosa. Y si ven que amo a alguien ellos también lo
creerán. Me acusarán de farsante y terminaré muerta en uno de sus rituales de
alabanza a la diosa que un día pretendieron que fuera. O algo peor.
-Ni
hablar Scarlet, recuerda que estoy aquí para protegerte.- replicó convencido.
-Alexander,
no puedes luchar contra millones de personas. ¿Pretendes deslumbrarlos con tu
sonrisa o agitar tus pestañas hasta que mueran? Porque puestos a eso yo me
pongo a menear las caderas y a guiñarles el ojo.-comenté intentando enfriar la
conversación. Pero conseguí lo contrario.
-Oye
Scarlet, recuerda que hay una secta al otro lado. La Décima Secta. Y que soy el
niño mimado de su superiora. Así que decidido, mañana te paso a recoger a las
ocho.
Este tío me exasperaba. ¿Quién se
creía que era? ¿Alguna especie de rey Arturo moderno? De repente se me ocurrió
algo.
-Pero
Alexander, ¿y Abigail?-pregunté fingiendo pena.
-Que
le jodan a Abigail. Si tú hubieras salido con mi mejor amigo no te preguntaría
acerca de él. Yo te gusto y tú me gustas. Puede que no estemos destinados a
tener un romance de novela del siglo dieciocho pero somos jóvenes. No permitas
que todo esto de las sectas te amargue
la adolescencia.
Joder. Joder, joder, joder. Además
de guapo, era razonable. Y además de razonable besaba bien. Muy bien. Y decidí
hacer como cuando le besé. Mandar todo a la mierda. ¡Tenía razón! Si las demás
chicas podían salir con sus novios, ¿por qué yo no? ¿Por qué era la supuesta
reencarnación de una diosa? ¡NO!
-Tienes
razón Alexander, pero tendré que hablar con Abi y que me cuente todo lo
vuestro. No quiero hacerle daño después de lo de ese tío loco de la secta.
-Esté
bien. Pero recuerda que aún me tienes que contar toda su historia y tenemos que
averiguar que quería realmente. Y recuerda también que mañana hemos quedado a
las ocho.
Dijo eso porque estábamos llegando
al colegio. Solo había unos quince minutos del restaurante al colegio pero
había sido el viaje más aprovechado de mi vida. Cuando vi aparecer las torres
del Regina’s College me alegré bastante. No quería separarme de Alexander tan pronto
pero había pasado tanto y tan rápido en aquellas dos horas…
Le di un rápido beso en la mejilla
derecha y salí disparada hacia el colegio, quería hablar con Abi lo antes
posible. De repente me acordé de que se me había olvidado preguntarle algo a
Alexander y repetí la carrerita hacia su sitio en el aparcamiento. Grité su
nombre y cuando se giró me acerqué unos metros más.
-¿Te
has tirado a Abi?- le pregunté. Quizá no fuera lo primero que se pregunta a un
chico cobre su ex novia pero yo no soy normal.
-Perdí
la cuenta querida, perdí la cuenta.- Y sonrió como si le fuera la vida en ello.
Cuando volvía corriendo al edificio
pensé: ‘Mi Alexander ha vuelto, y con él, su sarcasmo’
Me encantaa!!
ResponderEliminarEscribess supeer biien y esperoo que sigass escribiiendo!
Afiliame cuando puedas porfa:
http://enunafamiliadelcapitolio.blogspot.com.es/
Muchas gracias! Claro que voy a seguir escribiendo! Pero problema, no tengo ni idea de como se afilia, me explicas jajajaja? Atentamente, una bloggera inexperta:)
EliminarMe encanta!!!
ResponderEliminarEspero que no quede mucho para el siguiente.
Muchos besos
Son largos y cuesta escribirlos pero viendo que os gusta me pongo a escribir ya!
EliminarMe encanta este capitulo!! Sobretodo cuando manda a todos a la mierda!! jajaja Enserio me encanta!!
ResponderEliminarBesos:)
Gracias! A ver si me pongo las pilas con el siguiente!
EliminarHola. Me he empezado a leer tu blog porque unas amigas me dijeron que estaba genial y a decir verdad, no me ha decepcionado para nada.
ResponderEliminarYo también tengo un blog pásate y comenta, si quieres, y si quieres que te afilie dímelo. http://lahistoriadebeid.blogspot.com.es/
Besos y lo siento por la parrafada
Uy lo siento! Se me había olvidado responder! BEID LO PETA!!!
EliminarNo voy a decir que me encanta porque creo que ya lo sabes, solo digo asfhaljkshdfgajk queda claro? (:
ResponderEliminarJajaja vale entonces yo contesto: ahskejsjksndsoegejskdpwsjbsjsjsjqueh comprendes? Un beso:)
EliminarWao!! Esta super bien!! Me encanta tu blog, está genial! Y me he hecho mucha gracia cuando los a mandado a todos a la mierda!!! Está genial ;)
ResponderEliminarYa estoy esperando tu próximo capítulo...
Parece que la parte de mandar a la mierda ha gustado... Jaajajaja voy a tener que empezar a hacerlo mas a menudo! Un beso:) y si, te aflio! Tu me afilias no???
EliminarPor cierto, me puedes afiliar??
ResponderEliminarhttp://thelasthungergames-history.blogspot.com.es/
gracias!!!